Título original: Hugo (Hugo Cabret)
Títulos alternativos: La invención de Hugo Cabret (Chile / Colombia / México / Perú) Hugo (Argentina)
País: EEUU
Duración: 127 min.
Director: Martin Scorsese
Guión: John Logan (Libro: Brian Selznick)

Las historias protagonizadas por niños siempre albergan grandes alicientes: citarnos de nuevo con nuestras más inocentes ilusiones, hacernos soñar de la misma manera que cuando aún no éramos conscientes de las miserias que componen esta vida, devolvernos parte de la infancia que perdimos, transportarnos a un mundo mágico en el que los problemas siempre tienen alguna solución… Martin Scorsese («Shutter Island«, 2010) pretende resucitar ese espíritu traicionando -de nuevo- su propia identidad artística. Y es que el trabajo del realizador italoamericano a lo largo de su carrera puede dividirse en dos partes: la auténtica (urbana, reflexiva, oscura, delincuente, polémica, única, llena de personajes convertidos en icono) y la que inició una vez entrado el nuevo siglo: más densa, arriesgada, comprometida con historias enrevesadas, transmitiendo la sensación de que tuviera que saldar alguna deuda con esa parte del cine que nunca tocó.

A todos sorprendió su anuncio de una película familiar en 3D, producto en las antípodas de lo que hasta ahora había hecho el director. John Logan («Gladiator«, 2000) adapta la novela escrita por Brian Selznick ‘La invención de Hugo Cabret‘, cuyo argumento nos habla de un niño huérfano llamado Hugo que vive sólo entre los grandes relojes de una estación de tren.

Allí los mantiene y repara, y cuando el hambre acucia baja a darse algún paseo entre los andenes para birlar algún tierno croissant. Su mayor reliquia es un robot estropeado y oxidado cuyo funcionamiento se acciona a cuerda, y su mayor objetivo, el de repararlo, por toda la historia sentimental que hay detrás de él. En su odisea se cruzarán personajes que intentarán darle caza para meterlo a un orfanato, como el Inspector (Sacha Baron Cohen), o ayudarle, como es el caso de la entrañable niña ansiosa de aventuras, Isabelle (Chloë Moretz). El mayor enigma se esconde tras las barbas del personaje interpretado por Sir Ben Kingsley, George, que regenta una tienda de reparación de juguetes dentro de la estación.

La película quiere ser un sentido homenaje al cine y una experiencia llena de sueños infantiles, y aunque en su conjunto es preciosa y la atmósfera de la que está compuesta puede considerarse como mágica, hay algo que deja vacías las emociones o la capacidad de transmitir de esta historia. Como película infantil, La invención de Hugo es brillante: si yo tuviera siete años estaría saltando de alegría sobre mi butaca, celebrando esta bella e inocente fábula nostálgica. Pero como hace ya muchos años dejé atrás esa edad, sólo puedo contemplarla desde una percepción adulta que no logra sobrecogerse, ni emocionarse, ni vibrar con esta película, encontrando múltiples desenlaces bastante predecibles y multitud de historietas demasiado impuestas e ingenuas como para sorprender. Creo que al niño (y no me refiero a su personaje, sino al actor Asa Butterfield: El niño con el pijama de rayas (2008) le falta inocencia, naturalidad, credibilidad. Parece demasiado ‘enteradillo’ para el tipo de trama que aquí se narra, muy lejano al verdadero espíritu infantil que debería encarnar.

Registro en el que sí logra aprobar con nota su compañera Chloë Grace Moretz (Kick-Ass: Listo para machacar, 2010), encantadora, risueña, con esa mirada que se manifiesta ante las ganas por descubrir un misterio e inventarse un planeta nuevo. Ben Kingsley (La lista de Schindler, 1993) desempeña el rol más apasionante de la película: a pesar de todas mis pegas referentes al conjunto del film, es todo lo concerniente a su personaje, George, el que puede hacer verdaderamente mágica esta película, pues es él quien aporta sentido casi onírico a la historia, es él quien nos cuenta cuán de apasionante es el cine, es él quien logra enamorar y hasta en cierto modo, emocionar. Para sorpresa, Sacha Baron Cohen (Borat, 2006), quien nunca fue Santo de mi devoción pero al que jamás llegué tampoco a sentenciar: su personaje del Inspector refresca la película, por increíblemente simpático, por gracioso. El resto del reparto cumple con su cometido.

Pero la excesiva inocencia del film hace que sea muy difícil sentirse dentro de él. Aunque se disfruta, no se siente, y aunque visualmente (incluyendo la gran utilización del 3D, tecnología en auge que desde Avatar (2009) no se había vuelto a exprimir con calidad) nos transporte a uno de esos universos excepcionales, las postales que dibuja resultan emociones impuestas. Se ven las intenciones de un Scorsese que quiere jugar con nuestros sentimientos pero, pienso, serán los niños quienes podrán caer a sus pies o, quizá, también aquellos adultos que puedan ver la cinta con menor frialdad que la del autor de estas líneas. Howard Shore (Un método peligroso, 2011), mítico, compone una bella banda sonora que combina a la perfección con la corteza preciosista que envuelve la película, alternando sus fluidos y encantadores compases con la magistral fotografía y trabajo digital que se muestran en una cinta que pese a venderse como cine familiar creo que se queda únicamente en infantil. Bonita y disfrutable, pero vacía en cuanto a lo que consigue transmitir.

Distribuida en España por PARAMOUNT PICTURES.
Vista en PASE DE PRENSA el 2 de Febrero de 2012 en Cinesa Proyecciones de Madrid. 

Nota del autor:
6,0 ██████ (Correcta)

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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