Título original: Stealing Beauty
País: Italia
Duración: 118 min. 
Director:
 Bernardo Bertolucci

Guión: Bernardo Bertolucci, Susan Minot
Música: Richard Hartley / Varios
“[…] Un argumento espontáneo, fresco y suave, pero también con un encanto tramposo que comparte situaciones tan bohemias como faltas de trascendencia […] Un agradable y sencillo paseo a través de pequeñas y descargadas sensaciones y visiones personales del director […]”

Las verdes praderas de la inmensa Toscana se convierten en las principales protagonistas de una apacible historia que habla de todo y nada a la vez. El viento que empuja la hierba que cubre los valles se encarga de guiar un argumento espontáneo, fresco y suave, pero también con un encanto tramposo que comparte situaciones tan bohemias como faltas de trascendencia. Bernardo Bertolucci («El último emperador«, 1987) da todo un recital técnico: los detalles, la música, las miradas, la fotografía, el montaje… todo es espléndido. Su talento se hace latente sobre cada uno de los fotogramas de esta cinta que aunque inspira, armoniza y relaja, no dispone de un guión con cuerpo suficiente como para conquistarnos por completo con un relato inolvidable. Pero es tan agradable verla, sentirla y disfrutarla que es posible aparcar los errores (o prejuicios) para adentrarnos por un bello paseo a través de un gran ejercicio cinematográfico en el que acompañamos a una preciosa joven a lo largo de sus devenires mentales adolescentes.

Ella es Lucy Harmon (Liv Tyler), una joven norteamericana cuya madre, recordada por todos como una poeta y soñadora insaciable, se quitó la vida tiempo atrás. Por ello, se va a vivir a Toscana con unos viejos amigos mayores que ella, que viven en un impresionante caserón de aires palaciegos en mitad de un paisaje inmejorable. No es la primera vez que la guapa de Lucy ha estado en aquel lugar, pues ya lo visitó con su madre cuatro años antes, llegando a enamorarse de un chico de la zona con el que tiene esperanzas de reencontrarse para llevar al extremo su pasión por el mismo. El pasado de su madre, la identidad de su verdadero padre, su radiante sensualidad y su incomprendida virginidad son los temas clave de una trama cuyo enfoque también cae frente a la historia de un distinguido escritor enfermo llamado Alex (Jeremy Irons), con el que la chica entabla una buena amistad. El hecho de fumar porros de marihuana (Lucy se trae de casa todo un cargamento) se contempla con absoluta normalidad y aceptación, casi con necesidad.

Todo es como tomarse unas vacaciones y convertirse en una estatua que contempla lo que hace la gente, disfrutando del panorama, siguiendo las conversaciones de no mucha importancia que llevan a cabo los protagonistas y asistiendo finalmente a todo un recital de desnudos ‘piscineros’ y escenas de sexo (la falta de tabúes frente a esta cuestión es una proclama habitual del argumento) que, llegado el punto, hacen que nos preguntemos si todo lo que tiene la historia para ofrecernos es simplemente lo mencionado. Algunas sub-tramas, como la de la pareja encabezada por Noemi (Stefania Sandrelli) y Michele (Francesco Siciliano) son completamente inútiles y prescindibles. Tampoco se entiende la aparición de otros fugaces personajes que no aportan absolutamente nada al desarrollo del conjunto. Cuestión ajena al director es el doblaje de la cinta. En España se han llegado a doblar los diálogos en italiano…. al italiano (para que no sea clamorosa la diferencia de voces entre diálogos), consiguiendo con ello desprestigiar al idioma en el que se rodaron esas escenas y ofreciendo un ridículo -más bien espantoso- ejercicio de doblaje. Jamás he oído tan mal hablar a nadie en italiano.

Las interpretaciones de la cinta no dan más luz que la resplandeciente Liv Tyler («Conociendo a Jim«, 2005), cuyo trabajo me parece fabuloso. Se come la pantalla con un papel espléndido lleno de sensaciones, temores, intriga, mucho encanto y exagerada inocencia. Jeremy Irons («La misión«, 1986) en el papel del escritor enfermo o Ignazio Oliva («Hermano«, 2007) como el amigo de Niccoló son los que mejor pueden secundar el buen papel de la protagonista. La banda sonora está compuesta casi exclusivamente por temas incluidos de los más diversos géneros. Dentro de su extensa selección, destaca el “I’ll be seeing you” cantado por Billie Holiday (es la mejor versión que conozco junto a la instrumental de Jackie Gleason) o el movido “Superstition” de Stevie Wonder -aparecido en una escena casi paranoica pero muy de agradecer-, entre otros como el «Glory Box» de Portishead. Mucha partitura clásica copada por obras de Mozart, que se funde muy bien con el ritmo que Bertolucci ha querido dar a la cinta.

Puede que sean varios los puntos en los que podamos encontrar discrepancias respecto a lo ofrecido en su trama pero el conjunto supone como poco un agradable y sencillo paseo a través de pequeñas y descargadas sensaciones y visiones personales del director. Unas vacaciones de cine, dentro del cine.

Nota del autor:
7,0
 ███████ (Buena)

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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