Título original: 집으로 (Jibeuro)
País: Corea del Sur
Primera proyección:
 Corea del Sur, 05 Abr. 2002     
Duración: 
80 min.
Director:
 Lee Jeong-hyang 

Guión: Lee Jeong-hyang

Muy buen trabajo de la esporádica directora surcoreana Lee Jeong-hyang («El zoológico al lado del museo«, 1998), quien firma con ésta su segunda película (hasta la fecha, la última), un sólido drama de cuerpo triste, amargo, desesperanzado y realista que no deja de ser una oda al cariño que esas personas tan entrañables, atentas y entregadas pueden transmitirnos: nuestras abuelas. Para llegar a lo más profundo de una sentida verdad, la realización se muestra directa e independiente, ofreciendo esta película desde un ritmo considerablemente pausado que necesita de mucha tranquilidad para seguirlo con disfrute. Es habitual durante su duración que se repita el hecho de que nos convirtamos en meros espectadores del silencio, los gestos y las miradas, momentos en los que el film parece ser una bella postal sin una sola letra escrita sobre su cartón, pues la intención de la imagen ya consigue su objetivo al resultar lo visual resulta más poderoso que cien líneas de texto. Lo contemplativo es parte esencial de una historia que sabe dibujar rigurosamente los sentimientos de amor, rechazo, tristeza e incomunicación, unas máximas muy bien expresadas en esta bien lograda obra.

El argumento nos habla de un pequeño diablo, de nombre Sang Woo (Seung-ho Yu), un niño maleducado, consentido, mimado, egoísta y profundamente irascible que es llevado por su madre desde la ciudad a una apartada y pedregosa villa rural en la que vive la abuela del pequeño, con la intención de que la anciana cuide del mismo durante una temporada. Woo notará así el contraste de pasar de vivir en la urbe -disfrutando de videojuegos, juguetes caros y una vida acomodada- a una sucia choza de un pequeño pueblo perdido. Allí vive sola su abuela (Eul-boon Kim), anclada a sus viejas costumbres, sorda y desvalida; hechos que no privarán a la septuagenaria señora de llevar a cabo todas las tareas necesarias para mantener su hogar: limpiar, hacer la comida y, para más inri, cuidar con todo su empeño y desinterés a un niño insolente que la rechaza, ignora, insulta y desprecia. El mensaje de esta película no sólo clama por el cariño de una abuela, sino que denuncia la falta de valores morales con la que son educados muchos niños del mundo, cuyos padres prefieren darles lo que piden con tal de que dejen de llorar, en lugar de ser más pacientes consigo mismos y hacer comprender a sus hijos que la vida no es dar una pataleta y recibir, cual Emperador que agita una campanilla para que los esclavos acudan con bandejas llenas de manjares.

También está presente el hecho del abandono al que están sometidos muchos de nuestros mayores. Los que no están abandonados a su suerte en alguna casa de a saber dónde, están encerrados en una residencia en la que jamás reciben las visitas de un familiar. Dejando ya el análisis del mensaje de la cinta, hablar de su reducido reparto, compuesto por el joven Seung-ho Yu («Hearty Paws» 2006) y la anciana Eul-boon Kim (primera y última aparición en el cine), ambos extraordinarios en sus papeles. El pequeño logra que uno acabe sintiendo rechazo por su personaje, el cual interpreta con muchísimo acierto, transmitiendo una gran credibilidad. La mujer mayor, que no pronuncia ni una sola palabra durante toda la duración del film, ablanda el corazón con su enternecedor papel, gracias a la inmensa expresividad de su personaje, con una mirada y unos gestos que no necesitan más para que podamos comprender el mensaje que se desea ofrecer.

Las partituras escritas y ejecutadas por los compositores Kim Dae-hong y Kim Yang-hee aparecen bien dosificadas, elevando el tono dramático de las escenas a las que acompañan con sus notas. Se agradecen pequeñas perlas cinematográficas como el conjunto de “Sang Woo y su abuela”, que aunque transmite la práctica totalidad de su mensaje con dureza, deja abierta una puerta para poder arreglar las cosas y así comprender mejor a nuestras abuelas y todo el cariño que ellas siempre nos han brindado sin más interés que el de su propia bondad: la experiencia de tantos años les ha concedido una lujosa butaca en el palco de la vida para vernos como el gigante que divisa a sus pequeños.

Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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