The Lincoln Lawyer (Brad Furman, 2011) -119 min-
Culpable o inocente (Título en Hispanoamérica)

Gran sorpresa para los amantes de los buenos dramas judiciales y del cine en general. En “The Lincoln Lawyer” no sólo importa lo que se cuenta, que es una extraordinaria y bien labrada historia tejida por el guión que John Romano (“Crueldad intolerable”, 2003) adapta basándose en la novela de Michael Connelly (escritor al que recurrió Clint Eastwood para su “Deuda de sangre”, 2002), sino cómo se narra y de qué manera se ofrece. Su cámara nerviosa contrasta con algunos encuadres más pausados que consiguen que una simple imagen de un rostro o un vehículo se transmita con el cuádruple de belleza y virtuosismo que en otras muchas producciones de temática similar. A veces da la sensación de que el departamento de fotografía (dirigido por Lukas Ettlin, de “Invasión a la tierra”, 2011) juega experimentando distintas formas para hacer que esta película sea más amena, acertada y sofisticada de lo que es. También gusta cómo todos sus personajes se sienten cercanos, con una personalidad propia y nada impuesta, lo que hace que este apartado gane en credibilidad.

Desde el más prestigioso letrado hasta el más infame macarra están elaborados con rigor, transmitiendo así un retrato muy vivo y realista de cada uno de los roles que aparecen en la cinta.  

Así pues, el primerizo director Brad Furman (“The Take”, 2007) dirige con esta su segunda película, un producto contundente, con estilo, lleno de inteligencia, libre de detalles escabrosos o escenas chirriantes, y con una determinada simpatía que enriquece el argumento a la par que lo acompaña a través de secuencias repletas de tensión, intriga e interés. La trama nos habla de un abogado, Mick Haller (Matthew McConaughey), que para todo tiene un precio pero por un simple motivo: su experiencia (basada en la defensa a delincuentes de poca monta) garantiza casi el completo éxito de su intervención en un caso. Mick es de esos que no tienen escrúpulos dentro de su trabajo. Tiene muchos contactos, se esmera en ofrecer una imagen suya superior a la real, no duda en aliarse con cualquiera, elevar sus honorarios sin miedo a que rechacen su oferta, o imponer las condiciones que él convenga: sabe cómo moverse entre despachos y juzgados, pero también conoce la calle. Por ello es contactado por Louis Roulet (Ryan Phillippe), un joven de millonaria familia acusado de haber golpeado brutalmente a una prostituta. Todo lo que se tiene es una nube de pruebas que cubre por completo a un Roulet que clama incesantemente por su inocencia. Mick, como su abogado, despliega toda su artillería: mientras se desplaza en su flamante Lincoln Town Car de 1986 conducido por su simpático chófer Earl (Laurence Mason) está en contacto con un agente de fianzas (John Leguizamo) y Frank Levin (William H. Macy) un investigador privado -que también es su amigo- de bohemio aspecto que irá despejando las incógnitas que van surgiendo en el caso.

Como cualquier persona, Mick también tiene vida propia. Comparte felizmente una hija con su ex-mujer, Maggie McPherson (Marisa Tomei), con la que guarda una buena relación. Sorprendentemente esta no es otra de esas sub-tramas en las que los divorciados no paran de tirarse los trastos a la cabeza. Respecto al reparto, decir que en su práctica totalidad raya a gran altura. Desde un gran Matthew McConaughey («Contact«, 1997) en su logradísimo papel de “sobrado”, con el que en el fondo se puede congeniar, hasta el siempre notable William H. Macy («Magnolia«, 1999). Son breves los papeles de Marisa Tomei (“El luchador”, 2009), John Leguizamo (“Crónicas”, 2004), Michael Peña (“Tipos con suerte”, 2008) y Laurence Mason (“El cuervo”, 1994), pero se agradecen por la calidad con la que se han desarrollado. Insisto en que deseo ver a Michael Peña de una vez en algún papel protagonista o de mayor envergadura que como hasta ahora, al igual que me sucede con Leguizamo. Ambos actores valen muchísimo más que sus habituales pequeños papeles. Ryan Phillippe (“Crash”, 2004) lo hace bien, pero no emociona o causa el mismo nivel de impresión que el resto de sus colegas.

La banda sonora, de Cliff Martínez (“Solaris”, 2002) no se caracteriza sólo por su conseguido, completo e intrigante ‘score’, con sosegados ritmos que a veces acercan al chill-out, sino por los temas añadidos, generalmente de hip-hop, que hacen que nos introduzcamos en un ambiente callejero y trepidante, casi más propio de una película sobre bandas del Bronx que de un drama judicial. Esto no es un inconveniente, pues es una gozada ver cómo las escenas fluyen al ritmo de temas como “Lincoln Lawyer Marcus ‘Seige’ White” de Big Hollis, “Moment of Truth” de Gang Starr. También hay otros estilos más cercanos al dance, como el “Nigthcall” de Kavinsky & Lovefox o el “Suspect” de Setty & The Miracle. En mi minúscula pero constante cruzada contra las traducciones de los títulos de las películas nace hoy el caso del inmejorable “The Lincoln Lawyer”, que con mucho patetismo ha sido traducido en España como “El inocente”. He podido constatar que no menos de otra decena de películas llevan ese título exacto: qué poca originalidad, qué ideas tan vacías. Si no saben qué poner, dejen los títulos como están. Nadie murió cuando se decidió que “Million Dollar Baby” (2004) conservase su título original. ¿Se imaginan esa película con otro nombre?. Un pormenor particular más. La dosis de frescura de esta película también salpica a sus carteles promocionales: el póster de esta película es maravilloso, una delicia. Me dan ganas de imprimirlo y colgarlo enmarcado en mi cuarto. Es bonito, descriptivo, elegante, oscuro y genial. Refleja la verdadera esencia del cine.

Esta cinta no sólo entretiene: aporta. Y eso no es nada fácil. Gran película.

Nota del autor:
8,0
 ████████ (Muy buena)

Distribuida en España por LIONSGATE HOME ENTERTAINMENT

La película está en cartelera desde el 13 de mayo

TRAILER:

 

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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