Título original: King Kong
País: EEUU
Primera proyección: EEUU, 5 Dic. 2005
Duración: 187 min.
Director:
Peter Jackson

Guión: Peter Jackson, Frances Walsh, Philippa Boyens (Historia: Merian C. Cooper & Edgar Wallace)
Música: James Newton Howard

“[…] Una intensa revisión a la que fuera y es una de las obras más características y revolucionarias de la historia del cine […] Es la frescura que aporta en una historia la buena e inteligente utilización de los medios actuales para poder revivir algunos de los momentos más característicos de nuestro cine de siempre […] Como mensaje, lo dañino que es el ser humano y lo enemigo de éste ahcia la belleza y la naturaleza […]”

Alabada por la crítica y no exenta de controversia entre parte del público más fiel a la cinta original del año 1933, esta película dirigida por Peter Jackson supone una intensa revisión a la que fuera y es una de las obras más características y revolucionarias de la historia del cine. Si bien por aquel entonces se logró sorprender al espectador con un descomunal simio de esqueleto de acero, relleno de algodón, látex, piel de oso y estilos fílmicos en los que las maquetas y modelos en miniatura eran indispensables, en la obra de 2005 se exprime el uso digital para crear a Kong, animando el rostro y cuerpo del mismo con sensores aplicados en la cara y extremidades del actor Andy Serkis, quien tuvo que dedicar largas horas a sesiones de captación de movimiento.

En la línea de ser un remake fiel a la historia de la cinta antecesora, el argumento comienza sobre las carnes de la guapa de Ann Darrow (Naomi Watts), una actriz de vodevil que en mitad de la Gran Depresión en la ciudad de Nueva York, se queda sin trabajo y se ve obligada a buscar con desesperación otro empleo para poder subsistir. La suerte no parece estar de su lado hasta que se cruza en su camino un cineasta en horas bajas que le ofrece un papel protagonista en su próxima película, escrita por el guionista Jack Driscoll (Adrien Brody). La admiración de Ann Darrow por el autor Driscoll es lo que le empuja a aceptar el papel y embarcarse en una expedición de rodaje que se dirige a una remota isla que nadie conoce y de la que sólo se tienen referencias en forma de rumor. Llegando hasta allí con no pocas dificultades, acabarán desembarcando en tan tenebrosas tierras que albergan al gigantesco gorila que acabarán conociendo. La isla resulta ser un mundo paralelo al real, siendo fascinante, sorprendente, mágico y envolvente.

Es precisamente en ella donde Peter Jackson da rienda suelta a la digitalización, ofreciendo gracias a la misma unos resultados sorprendentes que nos acercan a todo tipo de criaturas primitivas y mitológicas. Toda esa espectacularidad consigue transformarse en un entretenimiento más que digno. Podríamos encontrarnos ante una película que aprovecha el tirón de un nombre para adaptar una historia, llenarla de efectos especiales y… ahí queda todo, pero no: en mi opinión Peter Jackson (trilogía «El señor de los anillos«) ha sabido jugar con la poesía que aportan sus no demasiado poblados diálogos y escenas en las que la expresividad lo es todo. Es la magia del cine resucitada en una historia que aporta una referencia directa a La bella y la bestia, es la frescura que aporta en una historia la buena e inteligente utilización de los medios actuales para poder revivir algunos de los momentos más característicos de nuestro cine de siempre.

Así pues, efectista por lo que termina consiguiendo y por que a pesar de sus tres horas de duración -que a mi se me hicieron tan llevaderas que sólo me enteré de que la película duraba tanto cuando se aproximaba el final- no flojea en ningún momento, su historia no raya el tedio y sus actuaciones consiguen ser muy correctas y adecuadas, destacando de entre todas ellas los trabajos aportados por Naomi Watts («Promesas del Este«, 2007) en el papel de Ann Darrow y el cómico Jack Black («Amor ciego«, 2001), en un papel mucho más serio de los que suele encarnar. La ambientación es extraordinaria y eso es algo que podremos comprobar desde el principio, con una ciudad de Nueva York muy viva, perfectamente recreada y que refleja a la perfección lo que entonces, en la época de la Gran Depresión, podían vivir sus gentes. 

Sin duda una de las caracterizaciones más logradas que he visto en mucho tiempo de esa ciudad, en lo que se refiere a las adaptaciones que actualmente se hacen en el cine de lugares basados en aquellos años. Mención aparte para la isla que como anteriormente cité, es fascinante y está llena de sorpresas. La banda sonora, de James Newton Howard («El fugitivo«, 1993), es tan suave que pasa desapercibida y no busca ningún protagonismo, pues en esta película el clímax no necesita de música al servirse para ello de la espectacularidad de sus efectos. En definitiva, un gran entretenimiento, una notable película y una fiel revisión de la cinta de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedshak. Como mensaje en forma de metáfora en esta obra: lo dañino que es el ser humano y lo enemigo de éste hacia la belleza y la naturaleza, empujado por su egoísmo y avaricia para exprimir todo lo grandioso sin importar las consecuencias que ello pueda traer, y sólo pensando en su propio beneficio.

Nota del autor:
8,0
████████ (Muy buena)

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Miquel Alenyà
“La película recrea, con respeto y pasión, la obra original de 1933 […] La interpertación de Watts es sobresaliente […] La dirección demuestra su gran habilidad narrativa […] Remake de una obra maestra, a la que rinde justo homenaje. Pese a algunos excesos, la película es entretenida, grata e interesante” 7.

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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